martes, 6 de octubre de 2015

¿Por qué el vacío?

Cuando pienso que el amor es la clave, la respuesta que en el fondo estoy pensando es que una “idea” es la respuesta. Y es una idea porque el concepto de amor que tenemos no existe en la realidad, sino que es el anhelo de completar nuestra carencia con el otro. Así, cuando te enamoras sientes más que en ninguna otra ocasión en la vida que tu idea puede hacerse realidad. Sientes esa conexión transcendental con el mundo más que nunca. Porque tu mente, tu espíritu y sus ideas creen haber hallado la conexión necesaria entre ese mundo de ideas y el otro mundo terrenal. (Obviamente la otra persona siente lo mismo y por eso funciona, porque ambos creen que el otro es el uno. Es el estadio de mayor apertura mental posible en el ser humano adulto).

Es decir, lo que quiero es que una realidad de mi mente (una idea) se haga manifiesta en el entorno. Quiero que los circuitos neuronales de mi cerebro, por los que circulan las ideas eléctricas se vuelvan meandros en los ríos del planeta tierra y que fluya la corriente igual que fluyen los electrones de mi mente. Como siempre uno de los instintos más básicos del ser humano (y de todo ser): transformar el entorno, hacerlo suyo. Hacer manifiesta su esencia, su espíritu, su código especial en el ambiente. Expandir la energía que lleva dentro de sí por todo el universo posible. Cada ser es como una pequeña explosión de cohetes en el vacío y cada uno pretende explotar más que todos los demás, para llegar a los confines del infinito y seguir persistiendo hasta la eternidad.

Y esto es lo que me sucede a mí,  como soy raro y me comprende poca gente (por la bendita bio-diversidad) sufro porque cuando impongo mi esencia en el ambiente gusta a muy poca gente. Entonces no puedo dominar y me siento vacío, ese nihilismo nietzscheano. Porque no hallo ese lugar donde poder expresar mi esencia, mi ser puro. Soy una fuerza débil, digamos poco común. Por suerte, a veces lo poco común se hace necesario, imprescindible. Ese matiz que ordena el todo, ese detalle. Ese pequeño engranaje del complicado sistema.

Así veo que cuando más me acerco a poder hacerlo…expresarme en el universo, más feliz me siento, menos vacío. Más atendido se siente mi espíritu. 

Aún así, en las noches de tormenta no puedo evitar preguntarme….¿Buscamos en el otro lo que nos falta en nosotros? 

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