martes, 6 de octubre de 2015

He soñado con el fin del mundo

He soñado con el fin de la soledad, con las calles estrechas. Con la necesidad de inventar nuevas normas, de conocer nuevas voces, sonrisas, caricias, susurros, de una misteriosa ciudad. 

He soñado que, de nuevo, era capaz de mirar, de observar, de entender lo uno. He visto el silencio, los tiempos, el patrón, las piedras que ordenan el camino. He escuchado las paredes viejas que susurran secretos. El canto espontáneo, la risa que se presenta presta y el beso que me funde en la eternidad. El baile delicado. El aroma del turrón en la ventana. La soledad del alma en un mundo lleno de gente. El grito desamparado del motor del amor humano.
He sentido la unidad de mi ser en un mundo yermo…

Tiempo, tiempo, tiempo. ¡Ay…Siempre ganas todas las batallas!

Pero me dejaste mirar desde el balcón del universo, desde el horizonte de sucesos, la pequeñez de mi saber, en un acto frágil…de incomprensión. He soñado con huir, con escapar, con el cambio, con la corriente que arrastra el río, con la impermanencia, con la impertinencia…con la curiosidad del hombre. He sentido el palpitar de un nuevo ritmo, escondido allí, donde acaban los caminos, donde cada detalle es nuevo, donde nace el flujo. 
He palpado , casi en una vega de recuerdos…la más pura niñez, el embriagador encanto de la novedad constante, la sensación de que mi nuevo colegio es el más seductor de todos.

Y ahora, justo ya, sucede que poco a poco la estancia se hace mía y deja que forme parte de ella. La rasgo a puñaladas y en mi piel se abre cada poro…y entonces ambos pasamos casi en un destello al estado gaseoso…formando parte de la misma sustancia. Pero sucede lentamente…como el vapor de una taza de té que se fusiona con el mundo mientras las lágrimas caen de la porcelana.

Y después…,después…me voy, en la rudeza de la corriente que me arrastra a un nuevo lugar, en su capricho universal, pero solemne.
Intento nadar, resistirme a la corriente para poder ver un poco más aquellos caminos, aquel espíritu alegre de las gentes… Alzo la mano, intentando agarrarme a una rama, a una roca saliente, pero es en vano…, pues los cursos del río me arrastran en su fría, melódica y delicada violencia…al fin del mundo, al fin del tiempo.

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